viernes, 27 de marzo de 2009


Nadie sospecharía el poder que desprendes aun sin saberlo.

Espigas yertos y delicadamente afilados marfiles sin siquiera presentir que eres sostén y alma.

En tu sibilino danzar arrastras tras de tí el sordo gemido de un millar de voces que, presumiendo de castrense disciplina, se rinden a tu voluntad como si de ella pendiera su último aliento de vida.

Y vibras. Vibras incesante y firme. Vibras solemne marcando el imperial compás que sólo tu estela sabe dibujar. Y ya nada importa. Sólo tú, sólo ella.

Dócil y servil, ella, se deja mecer por tus manos. Ella, cuya voz se erige tímida ante el mudo aullido del silencio, se viste de encaje y tul para rendirse a tu cortejo. Para, sencillamente, dejarse llevar por ti.

domingo, 1 de marzo de 2009

Epílogo

Alguien me dijo una vez, antes de que toda esta vorágine diese sus primeros pasos, que con el tiempo me daría cuenta de que siempre hay un antes y un después de París. Tenía razón.

Es por eso que, a pesar de que este espacio nació con el único propósito de acercar sólo algunas de las tantas impresiones que estos meses han dejado tras de sí, mantendrá sus puertas abiertas a la espera de poder compartir esta nueva etapa. Una etapa que nació en París pero que se vendrá conmigo en la maleta. Espero veros en el camino.