jueves, 13 de noviembre de 2008



Porque el tiempo se detuvo por un segundo. Porque la ciudad calló y se dejó mecer por unos pocos acordes, por unos simples versos.
Poco importaron hoces y martillos. Poco importaron internacionales y onces de septiembre. Entonces, en aquel instante, sólo importó la poesía.

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